lunes, 13 de enero de 2020

LA CONJURA DE LOS NECIOS

Uno de los personajes más memorables de la literatura norteamerciana es Ignatius Reilly, del que hablamos el 27 de noviembre. Ignatius es una mezcla de Oliver Hardy, Don Quijote y santo Tomás de Aquino, y el antiprotagonista perfecto para una novela repleta de excelentes personajes: La conjura de los necios, obra de John Kennedy Toole, situada en Nueva Orleans. Se trata de una obra ácida, pero con un humor muy inteligente, que ha hecho de ella un clásico de la literatura, ganando el premio Pulitzer en 1981, y fue un éxito editorial, apareció en las listas de libros más vendidos en muchos países.

John Kennedy Toole jamás vio publicada su obra. Al parecer, envió el original de la novela a varias editoriales, pero todas la rechazaron. Poco tiempo después, el autor decidió quitarse la vida. Su madre, al encontrar el manuscrito años después, lo llevó a distintas editoriales. Volvieron a rechazarla en numerosas ocasiones. Empeñada en su publicación, ya que pensaba que la novela tenía una calidad notable, se puso en contacto con el escritor Walker para que la leyera y consiguiera su publicación. Percy cuenta en el prólogo de La conjura de los necios que, al principio, receló de leerla. Pero, tras mucho insistir, aceptó a hacerlo y quedó maravillado: no le parecía posible que la novela fuera tan buena.

Si no conocéis la novela, os animo a que la leáis porque posee uno de los personajes más extravagantes, desagradablemente divertido y cínico de la literatura moderna. En la vida es muy importante reírse y con Ignatius os aseguro que más de una carcajada vais a echaros.

Además, este café literario ha sido un poquito especial porque al finalizar la charla hemos trabajado escritura creativa, de la mano de Patricia. Dejamos el resultado de los textos junto a las recetas literarias con las que Marisa nos deleita cada Café literario.


¡Os esperamos en el próximo café literario que será el 15 de enero, a las 17:30h en nuestra biblioteca. Hablaremos de #Malditos 16, de Nando López!


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